Todos los caminos llevan al cole

1.

Llevo tanto tiempo dentro de instituciones de enseñanza que creo que no sé muy bien vivir fuera de ellas.

Primaria, secundaria, carrera, máster, certificados, investigación... Pareciera que he acabado desarrollado algún tipo de apego con el sistema educativo. Lo dejo y me alejo, pero siempre regreso como la hija pródiga. 

Continuar en las aulas quizá sea el estado natural de las cosas, así que: he vuelto. 

Hay miles de razones para hacerse profesora, y cada una tendrá la suya. En mi caso, participé en un proyecto de educación no formal en institutos, que la pandemia tiró por tierra. Fue suficiente para sembrar la semilla. Acababa agotada física y emocionalmente, pero lo que ocurría en esos ratos... es lo que quiero hacer.

Me gustan las rutinas, pero no tanto. Es decir, saber que todos los días son diferentes, que el tiempo se organiza en ciclos y proyectos, me da paz mental. Las rutinas infinitas en forma de semanas una tras otra me dan tristeza, prefiero pensar en cursos.

A veces comienzo cosas y nunca las acabo. Por eso comencé a estudiar árabe y no sé decir nada más que té y café. Me gusta el arte, aunque no sé nada de su historia ni teorías ni movimientos ni autoras, simplemente me dejo estar. Y me fascinan los tatuajes y cómo algunos cuerpos se transforman en lienzos vivos. (Como éste de @_superroger_)  

 

Me gustan leer en papel, pero cuando entro en una librería me abrumo y no sé qué elegir, así que siempre pido recomendación. Por si fuera necesario, dejo una, Declaración: Cuentos reunidos, de Susan Sontag, una maravilla a veces incomprensible.

Creo que por ahora me paro aquí y mejor nos vamos conociendo poco a poco.

Seguimos leyéndonos, hasta pronto.