Nadie quiere hablar del suicidio.
Tendemos a pensar que el suicidio es un evento puntual que aparece de repente, un drama impredecible y aislado. Y en algunos casos es así, pero no siempre. La idea de suicidio, a veces, es una compañera de vida que permanece en el tiempo, más o menos presente. Como una certidumbre que guardar en el bolsillo frente a la angustia. No romantizo. Se trata de la primera causa de muerte no natural, que además se ha incrementado un 250% entre las personas entre 15 y 24 años.
El suicidio es un problema social, con causas muy diversas y consecuencias dolorosas. Pero siempre rodeado de silencio. Como si sólo nombrarlo fuera a incitar a hacerlo. Silencio, cuando alguien lo intenta o lo consigue. Silencio y culpa después.
Esos silencios no hacen más que incrementar la tensión y el sentimiento de soledad ante el dolor. Si no se puede compartir, si no se pude hablar, si no se puede acompañar, la angustia campa a sus anchas, sin referencias donde anclarla.
Se puede prevenir. Hay señales y tenemos que aprender a leerlas y reconocerlas. Hay que crear espacios seguros donde hablar del suicidio no estigmatice, no aumente la carga emocional, espacios libres de prejuicios sociales y religiosos, libres de culpa. Crear el diálogo en el que se pueda decir lo que tememos escuchar. Sin juicio.
Puede que tengas la sensación de haber leído la palabra "suicidio" en este texto demasiadas veces. Esa es la intención, que no lo obvies, que no lo dejes pasar, que no lo delegues.
Empecemos por escucharla a ella, Alicia Arévalo, actriz y superviviente del suicidio de su hermana, Joana, habla con una honestidad salvaje sobre las secuelas del suicidio, cómo se trata desde la salud pública, la relación entre empleo y salud mental y la falta de medidas reales para prevenirlo o acompañar a las personas que se encuentran en un momento de crisis o duelo.
Muy buen post, me quedo con las ganas de poder ir a ver la obra.
ResponderEliminarCreo que volverá a Valladolid, así que ya iré informando.
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